Anoche Diario de... se dedicó a la operación de cambio de sexo de la concursante de Gran Hermano Amor. La siguieron desde que arrancó el concurso, fueron a su isla para comprobar cuánto la quiere todo el mundo, cómo era de niña y de adolescente, lo bien que se lleva con el alcalde, cómo fue la visita al médico, al psicólogo... y finalmente la operación. Mercedes Milá fue la sombra de la canaria durante cinco meses durante los cuales se informó (y anoche nos informó) de toda la vida de la concursante.
A la par se reportajeó la vida que muchos transexuales llevan en nuestro país: la prostitución. Un camino al que, según el programa, la sociedad las había abocado. El "tercer sexo", como denominaron a los transexuales que no se han operado del todo, parece que se encuentran discriminados por todo el país y, tal y como relató una de ellas: "nadie quiere una transexual trabajando en un banco". Desde luego que ningún banco contratará a ninguna transexual, ni lesbiana, ni gay, ni mujer, ni hombre... que aparezca en tetas en la televisión: resulta poco serio para representar la imagen de la entidad, ¿no?
En esta misma línea (y siendo fiel a sí misma) Mercedes Milá describió a toda la sociedad española como hipócrita por no aceptar a los transexuales pero sí "utilizarlos" en el ámbito sexual. Yo, ¿hipócrita? Te aseguro Mercedes que no. Suelo ser muy respetuosa con todo el mundo aunque no entienda el por qué de sus actos. Me gustaría también que se respetase a toda la gente que no entiende según que situaciones, me atrevo a decir que raras.
Raro porque no puedo llegar a entender que alguien se sienta lo que no es, raro porque no puedo imaginar qué pasa por la cabeza para querer transformarse en otra cosa, raro porque cada vez que veo en un zapping a un chaval que quiere ser un lagarto y se está transformando para ello pienso: "Dios, que raro!". ¿Tú que opinas Mercedes?
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